#ElPerúQueQueremos

La imposibilidad de los invisibles

La trascendencia del gran desafío de la calidad del empleo

Publicado: 2014-07-22

El sensacionalismo de los medios, el pragmatismo ciudadano y un gobierno sin ambiciones delinean una política sin ánimos de trascendencia. Los medios reproducen un perverso disfrute por la explosión sensorial. La sociedad líquida establece vínculos fugaces. El devenir es su estado permanente. No hay tiempo para darle vueltas a las cosas y solo cabe la atención a los problemas inmediatos. A lo que se suma un el gobierno nacional ―también los locales― que está muy lejos de la construcción de una gran esperanza para nuestro país.  

Seamos sinceros, los grandes sueños, los objetivos de larga duración cada vez están más encajonados y al parecer no saldrán de su encierro. Sobresale un espíritu sin gloria que solo parcha problemas o que barre la tierrita hasta debajo de la alfombra. El meollo del asunto es que económicamente avanzamos a un ritmo sobresaliente, pero es preocupante nuestra incapacidad para crear sentidos y objetivos nacionales. Así como existe la tan mentada sostenibilidad ambiental o institucional, dejamos demasiado al azar si no construimos una sostenibilidad de sentidos. He ahí la importancia de la palabra y la política. No hemos puesto el dedo en esa herida y seguimos avanzamos a trompicones. Estamos creciendo, es verdad, pero ¿qué tipo de crecimiento queremos?

Si nuestro crecimiento quiere estar del lado de la gente, entonces el Estado debe estar con ellos, priorizando a las mayorías. La gran paradoja es que a estas alturas de la historia, las mayorías siguen invisibles. No existen políticas públicas consistentes para los autoempleados o para los que trabajan en las MYPES, a pesar de que cada uno de ellos representa el 35% y el 70% de la PEA nacional, respectivamente. Los cluster como Unicachi, Gamarra, Wilson, y otras de menor dimensión, incluso en las diferentes provincias del país, son la gran expresión de la voluntad individual/familiar de miles de personas que con esfuerzo se crearon un futuro. Lo hicieron por ellos y, sin darse cuenta, por el país: son nuestra principal fuente de trabajo. Poner en agenda a las MYPES ―no desde lo punitivo de la formalización forzada, sino desde un Estado socio preocupado por la productividad― es también pensar en el tipo de trabajo que generan. ¿Seguiremos perfilando un crecimiento basado en la gran empresa sin preocuparnos por las MYPES y por la calidad del empleo de las mayorías?

Es importante atender los temas inmediatos. El Estado debe estar listo para hacerlo. En Lima saltan los problemas de la seguridad ciudadana, del caos en el transporte, entre otros. Claro, son los temas urgentes, pero es preocupante su hegemónica exclusividad. Uno de los elementos de trascendencia consiste en el gran desafío de la calidad del empleo. Pero en general el asunto es la perspectiva: con una mano trabajando lo urgente y con la otra lo trascendente.


Escrito por

Moisés K. Rojas

Regidor de Lima Metropolitana. Sociólogo de UNMSM, dedicado a la investigación social.


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