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¿Qué hacemos con todo lo logrado?: no apto para “pulpines”

La fuerza de las protestas contra la conocida Ley Pulpín se encuentra en la posibilidad de transformar el estado de las cosas

Publicado: 2015-01-11


Lima está en plena actividad. Se percibe. No solo por la tercera marcha contra Ley Pulpín (tres en un mes) y la jornada nacional anunciada para el 15 de este mes, sino también porque todos los días se crean eventos (conversatorios, talleres, conferencias, etc.) que circulan por las redes sociales. Eventos en Vitarte, Comas, Independencia, Villa el Salvador, entre otros distritos.

Desde mi punto de vista existen dos preguntas de reflexión que hay que evaluarlas por separado: ¿Cuál es el mejor camino hacia la derogatoria de la Ley laboral juvenil? ¿Cuál es el proyecto que puede capitalizar todas estas manifestaciones?

La primera pregunta tiene respuestas de todo tipo: “radicalicemos las protestas”, “obliguemos a los partidos con representación en el Congreso que marchen con nosotros”, “Vamos por el referéndum”, “juntemos firmas”, “emplacemos a los representantes del gobierno a debates públicos”, “paro nacional con las centrales sindicales”. Es evidente que el gobierno ha cerrado filas. No dan su brazo a torcer. Y si uno tiene críticas a la Ley, el Ministro Otárola recibirá tu correo (conoceleyjuvenil@trabajo.gob.pe). Él personalmente —en “claro gesto democrático”— leerá con atención las correcciones. Es claro que para el gobierno no está en cuestión la existencia de la Ley, apenas admite cambios en su reglamentación. Sobre la primera pregunta hay instancias encargadas de dirigir el debate y las acciones. Me interesa en este artículo la segunda pregunta.

Se ha movilizado a mucha gente de diferentes espacios, se han desarrollado nuevos liderazgos, ha regresado la agenda laboral y va traduciéndose en la agenda de la calidad de vida, estamos más informados, se está activando un sueño por una vida más justa, se ha logrado visibilizar a los jóvenes, se ha logrado llamar la atención, se ha identificado la necesidad de una política distinta ("lo tradicional ya fue"). Pero, ¿qué proyecto emprendemos con todo lo logrado? Más allá del "cálculo electoral", es pertinente que vayamos a la política de larga duración, más específicamente  al fortalecimiento de las instituciones laborales de nuestro país. 

En esa línea, ¿cómo fortalecemos al Concejo Nacional del Trabajo? ¿Cómo rediseñamos la representación de las centrales sindicales y de los sindicatos? Ya es más que necesario hablar de la autoreforma sindical ¿Cómo redefinimos el rol de las ONG laboralistas, y de la OIT, para que sean efectivamente afines a la calidad del empleo? ¿Qué hacemos con las dependencias del Estado, en todos los niveles, vinculadas a las políticas laborales? ¿Cómo rediseñamos su funcionamiento? ¡Es la reforma de las instituciones laborales! No son suficiente las soluciones inmediatistas y de corto plazo, que no impiden que mañana todo regrese a su cauce inicial, sino los cambios de fondo, de las instituciones, del modo de hacer las cosas.

La lectura de larga duración no es mediática, no saca chispa, no da cámaras, pero es el espacio de los cambios estructurales. ¿Habrá por ahí algunos con ganas de crearse esa historia? La historia está en lo estructural. Por eso, ¿qué hacemos con todo lo ya logrado en cuanto a las instituciones laborales? ¿Daremos el salto a esa otra gran agenda?

*Créditos de la foto a Supay Fotos. 


Escrito por

Moisés K. Rojas

Regidor de Lima Metropolitana. Sociólogo de UNMSM, dedicado a la investigación social.


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