Hasta ahora ninguna sorpresa. 

Casi acaba el tercer mes de la tercera gestión municipal del Alcalde Castañeda Lossio y no hay ninguna sorpresa. A veces la política es como el fútbol, no importa que nos goleen permanentemente, siempre soñamos que algún “jotita” rompa con la pésima tradición de habitar los últimos puestos de las eliminatorias. El caso de Castañeda es distinto. Medianamente su estilo era ya conocido.

Que haga una gestión revanchista y con el hígado, no sorprende. Que haga una gestión sin un enfoque integral, no sorprende. Que haga una gestión sin planificación, no sorprende. Que pretenda romper las políticas de Estado, no sorprende. Que intente monopolizar con soberbia los criterios de lo correcto, no sorprende. Que no socialice los conceptos mínimos de la vida en democracia, no sorprende. Que no valore la construcción de consensos, no sorprende. Que no haga una gestión mirando a la Lima del siglo XXI, no sorprende. Que agote sus esfuerzos en las acciones pigmeas, no sorprende. Que no valore la transparencia de su gestión promoviendo la transparencia de las sesiones de Concejo, no sorprende. Que no nos haga soñar con la ciudad que todos soñamos, no sorprende. Que no represente la gran modernización que esperábamos, no sorprende.

Quizás la única sorpresa es que estas características se confirmen tan pronto.

Lo que la actual gestión debe saber bien es que existen dos efectos que cambian la escena política: la movilización ciudadana post-pulpín que nos ha hecho mucho más sensibles frente a los asuntos públicos y una gestión anterior concebida como ineficiente que exige un correlato de respuestas eficientes y de fondo. Redireccionar en algún momento se puede convertir en una necesidad de proteger la gobernabilidad de Lima. No despierten al león. No hagan que la gente regrese a las calles y la inestabilidad política se apodere de la ciudad.

A ver si cambiamos.