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Impacientes no somos todos

¿Hizo bien Castillo en atrincherarse con sus votantes duros?

Publicado: 2021-08-02

La designación de Guido Bellido como Presidente del Concejo de Ministros ha abierto un debate en las redes sociales y en los medios de comunicación. La derecha más conservadora obviamente pegó el grito al cielo para anunciar desde ya que de ninguna forma le darán su voto de confianza en el Congreso. A Bellido lo acusan de prosenderista, homofóbico y misógino. La crítica se extiende a varios ministros. Sin embargo, lo que no estaba previsto fue el rápido deslinde de sectores progresistas de izquierdas o derechas.

En este artículo me gustaría poner en perspectiva por qué mucha gente votó por Castillo, qué pasivos se asumían en esos votos y qué sensibilidades de clase, de estrato o de raza se vislumbran frente a un aparente desencanto repentino.

Sobre lo primero, se podría decir que el voto de Castillo tuvo dos principales razones: el anti fujimorismo y el proyecto reivindicativo popular (y de cambio). La primera razón más arraigada en ideales democráticos y de memoria histórica (“Fujimori nunca más”), y la segunda, en cambio, en una afinidad por cederle el gobierno a “los que nunca han gobernado”, a “los invisibles”, a “los olvidados”. En algunos votantes ambas razones iban juntas y en otros representaban a grupos sociales diferentes.

En cualquiera de las situaciones, nadie en su sano juicio podría asegurar que, camino a la segunda vuelta, el proyecto de Castillo era un proyecto forjado con cuadros técnicos y políticos con años de trayectoria. No olvidemos que Castillo es un profesor rural, campesino y sindicalista. Pertenece a los márgenes de la política y su principal experiencia viene de los casi extintos sindicatos vilipendiados de la vida pública del país. No pertenece a ninguna elite acostumbrada a gobernar o a un sector que cuenta con recursos de clase para hacerlo. ¿No les parece que algo no cuadra en esa impaciencia feroz e implacable?

A mi juicio, la elección de Bellido como premier ha provocado el brote de una diferencia en las sensibilidades entre los votantes de Castillo de clase media (que tienden más hacia las agendas de la institucionalidad democrática) y populares (que tienden más hacia las reivindicaciones de los sectores sociales más desfavorecidos). Era claro que el voto más “duro” fue el identitario, de cambio y reivindicativo, y el más “blando” fue el voto prestado antifujimorista.

¿Hizo bien Castillo en rápidamente atrincherarse con sus votantes duros? Los análisis de las ciencias sociales limeñas tienen el sesgo inmenso de mirar desde su lugar en el mundo. Ya salieron en los medios de comunicación a mostrar su indignación porque supuestamente su agenda institucional-democrática fue mellada, pero se dice muy poco sobre las respuestas y reacciones de las regiones. Ya comenzaron con frases como “Castillo ya fue vacado por Cerrón”, “el gobierno de Castillo no es una democracia liberal”, “es obvio y natural considerar la vacancia”, “la democracia no puede ser boba”. Pero...¡van 5 días de gobierno!

¿No será que las élites intelectuales y los líderes de opinión muy cómodos con cada gobierno de turno en los últimos años defienden en el fondo un modelo que los ha cobijado? Lamentablemente se analiza a Castillo y la política con los mismos códigos y marcos que no anticiparon su arribo a la segunda vuelta. Castillo podría buscar tensionar con el Congreso, pero también ampliar su relación con las regiones (sobre todo el sur, su fuerte), con su partido y con sus votantes identitarios. Sin embargo, esas explicaciones están fuera del debate.

Solo para terminar. Me llama la atención analizar la paciencia o la tolerancia como fenómenos que permite definir cercanías y distancias sociales. Uno es más paciente con los errores o faltas cuando estos son cometidos por personas que uno quiere, o uno tolera bromas pesadas con los que sientes de tu entorno. ¿No será que detrás de esta impaciencia y deslinde repentino se vislumbra una diferencia de clase, de estrato y de raza? Finalmente, de proyecto social y político. Mirar desde afuera de nuestra agenda y desde nuestras sensibilidades personales son necesarios en un país tan complejo y diverso como el nuestro.

Quizás Castillo está siendo más coherente, estratégico e independiente de lo que se puede imaginar desde cierto entorno limeño. Veamos a/desde las regiones. 


Escrito por

Moisés K. Rojas

Regidor de Lima Metropolitana. Sociólogo de UNMSM, dedicado a la investigación social.


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